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miércoles, diciembre 10, 2014

Todo comienza cuando uno es niño. Supongo que si, si no como...

Recuerdo estar parado en la sala de la casa, descalso y en "chones". Entraron dos hombres cargando una caja muy grande y larga. De allí sacaron una televisión marca Telefunken

La Onda de la Radio

Bien recuerdo cuando era niño.

La sensación de seguridad y calidez era grata. Mucha luz, una cocina, mi madre preparando comida mientras escuchaba una radionovela. Supongo que era una estación en AM por las interferencias que captan esas señales. Después yo me enteraría de detalles técnicos al respecto. En ese tiempo yo creía que grababan esas radionovelas junto a un río. Vagamente recuerdo las voces de los actores, los acordes de suspenso con los que adornaban la historia: una discusión, un grito, alguien cayendo por unas escaleras y el remate musical de suspenso. Puedo bien recordar como caminaba por la cocina y al escuchar ese momento de la radio me detuve, alcé las cejas y dije: qué está pasando allí?. Luego sonaría la licuadora, el aceite hirviendo en la sartén y los olores de la comida.
Los años pasaron y la radio fue  ajena a mi cotidianidad. Fue cuando entré a la universidad que el panorama de la vida se me amplió. Allí fue donde me enteré de los detalles técnicos que implican las diferentes frecuencias radiofónicas. Descubrí la burbuja mágica que se crea cuando uno está en una cabina de radio. El calor que se hace del encierro, no es malo. Descubrí la onda corta: Radio Francia internacional, Radio Vaticano... países como Cuba, China, Polonia, y otros cuyo origen no pude descifrar por la barrera del idioma. Cada noche pasaba horas en oscuridad, acostado escuchando emisiones de lugares remotos en una grabadora que "pedí prestada". Tantos países y tantas culturas. 

En ese momento, en la cocina, cuando escuchaba la radionovela que tanto me llamó la atención, jamás imaginé que llegaría a formar parte del mundo radiofónico. Soy afortunado.

Hacer radio me transforma. La sensación de la vibración de mi voz en el pecho, el micrófono frente a mi, los audífonos en donde escucho mi propia voz; se hace un ciclo que yo podría llamar vital. 

No quisiera, pero tengo que retomar las palabras de una de mis maestras de radio en la UAM-X, y lo haré rindiendo honor, por que creo que otra frase, con otras palabras, no sería suficiente: 
Hacer radio es la neta del planeta.