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miércoles, febrero 19, 2014

Sertralina

Comienzo a escribir esto desde una montaña. Porque así es como me siento: relegado. 

Me dicen que no hay razones para sentirme así. Y sin embargo así estoy. Había decidido pasar por alto el sentimiento, pero eventualmente necesita salir. Supurar. Quizás esta sea una forma de sacar el sentimiento y vaciar la suciedad que siento por dentro. 

Pensé que limpiando el departamento sucedería pero no es así. 

Ahora ya solo los fines de semana me siento así. Ya lloré. Ya fui a buscar refugio con el borreguito de la catedral. Dos veces. Gracias. Lo curioso es que durante la segunda vez que estuve allí, de pronto, me entraron unas ganas impresionantes de estar de cabeza. Nada que ver con el santo aquel. Así que decidí salir de allí. Y fui a dar al parque revolución. Allí hay unos tubos como pasamanos. Allí estuve de cabeza muy contento. Por lo regular me gusta pararme de manos, estar de cabeza. Creo que levanta el ánimo. Y así, también pensé que me podía olvidar del triste sentimiento de la montaña. Pero tampoco. El buen ánimo de cabeza es pasajero. La montaña no. Esa prevalece. Le dije: "estoy enamorado de ti. Te extraño. Te quiero"

... solo viento. 

Eventualmente le dije: "el tiempo se encargara de mi".

Y eso sucede. Mas lento de lo que pensé. Sin embargo, creo que hay que aprender a voltear a nuestro alrededor y valorar en donde estamos. La decisión será si lo valoramos positivamente o negativamente. 

Después de todo, acá arriba, en la montaña se tiene una vista panorámica espectacular.